sábado, 2 de febrero de 2013

¿Cómo serán?


Te interrogas mientras oyes sus respiraciones pausadas mezclarse con el aire de la habitación. La cuna llena de peluches, la cama del espacio libre que bajo sus minúsculos piececillos su pequeño cuerpo irá cubriendo con el paso de los años.

¿Lo estaré haciendo bien? Te preguntas, y al despertar les sirves el desayuno, lavas los platos, y limpias sus mofletes manchados de chocolate mientras les oyes hablar ilusionados de esos personajes de dibujos animados a los que ya conoces por sus nombres y reconoces por sus voces sin necesidad de mirar la pantalla. Te lo preguntas a menudo, y cada día el plato de comer de su mesa proviene de las horas que has dedicado a hacer crecer el negocio de otra, de las largas conversaciones que has mantenido para contentar a tus clientes, de las mañanas en las que te has enfrentado al indomable viento invernal, todavía de noche, para llegar a tu silla a mirar una pantalla y responder al teléfono mientras el frío penetra en tus huesos.

¿Soy una buena madre? Te cuestionas, y cada tarde revisas sus deberes, corriges sus errores y no hay día que no aprendan algo nuevo salido de tus labios. Te miran con la admiración del que cree tener ante sí una gigante capaz de resolver cualquier duda, poseedora de todo el conocimiento universal. Por eso te preguntan, ante tu sorpresa por semejante ocurrencia salida de tan joven cabecita, por qué las nubes son blancas, por qué los perros ladran y dónde vive Dios.

Tienes dudas y te entristece pensar en los libros que no has conseguido que lean, en los juegos educativos en los que no has logrado que participen, pero cada noche, cuando el cuento se abre y dragones y piratas se despliegan ante sus ojos, el brillo en ellos es el color de las ilusiones, y mientras uno lee, pronunciando lentamente, casi sílaba a sílaba, su hermanito, aún incapaz de descifrar esos extraños códigos llamados letras, toca las imágenes con sus manos atraído por los mundos de fantasía que se muestran ante sí.

Y tú, que en la soledad de tu cama vuelves a dudar de tu capacidad como madre cuando el silencio invade la ciudad, durante ese día has viajado con ellos a tu infancia de animaciones que hablan, has luchado por no gritar cuando rechazaron la comida que con tanto mimo preparaste para ellos, has tomado el metro para ir a ganarte su educación, su comida, sus juguetes, sus sueños, y has curado la herida que se hicieron en el parque, donde también calmaste su llanto entre tus brazos.

Y sin embargo, al final de cada día, con la cabeza apoyada en tu almohada, la pregunta no para de rondarte en forma de eterna e inevitable preocupación. ¿Soy una buena madre? 

Lo eres.

4 comentarios:

  1. Muy bueno, Álvaro, resume el día a día de muchos padres y la preocupación en educar bien a nuestros hijos. Que por cierto es muy muy difícil..

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  2. Yo creo que esto va con dedicatoria parcero. Refleja algo que tenemos como personas. Lo que más nos preguntamos como haciéndonos un examen de valor, es aquello que mejor hacemos.
    Abrazos parcero.

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  3. Tus comentarios siempre tan certeros y acertados parcero. No te equivocas.

    Un abrazo.

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  4. ¡Genial blog!

    ¿Te pasarías por el mío? Es una webserie, esperamos que te guste así que, si es así, no dudes en compartir

    Es: www.hermanassomosnosotras.com

    ¡Gracias y continúa así!
    Manu S.

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