(Para todas las mujeres víctimas de maltrato)
Quizá sea, ahora que lo
pienso, tu mayor victoria póstuma.
(51 mujeres fueron asesinadas por sus parejas en los primeros 6 meses de 2011 en España. Centenares lo han sido en lo que llevamos de siglo. Miles en todo el mundo. Sufren en silencio y deben saberlo. No estáis solas).
Hoy se cumple un
mes desde que te marchaste Manolo. Entre tu legado, la paz que hoy inunda la
casa y el ligero temblor de mis manos, que hace mi caligrafía menos precisa que
antaño, cuando la redondez de mi escritura era incuestionable.
La culpa me
aflige al mezclar un término como “paz” –que pese a la brevedad de sus tres
letras engloba un contenido tan bello y puro como manoseado- con algo tan
contrario a la misma como es la pérdida de una vida, de tu vida Manolo.
No sé si desde
donde te encuentras serás capaz de verme aquí, escribiendo sobre la mesa que
tantas veces golpeaste durante tus accesos de ira. Ha cambiado todo tanto…
Desde que te
marchaste he sido capaz de dormir algunas noches sin necesidad de tomar nada,
pero no de sonreír, al menos eso ya lo has conseguido por una buena temporada.
Tu fétido aliento a alcohol, que tantas veces me hizo nocturna compañía después
de que cesaran tus golpes e insultos sólo es hoy el olor de mis pesadillas.
Esos malos sueños en los que me despierto sobresaltada en mitad de la noche
suplicándote que no me pegues en la cara, que mi nariz está sangrando Manolo,
que mi camiseta se ha vuelto roja, que me vas a matar Manolo.
Hace ya un mes
que dejaste este mundo y la soledad que siento me ha empujado a refugiarme en
los recuerdos. Me entretengo tumbándome en el sofá, cerrando los ojos y
rebuscando en mi pasado para embarcarme en el balance de lo que ha sido mi vida
contigo. Esta casa en el campo, que un día fue el sueño que juntos concebimos
me resulta hoy tan lúgubre y sombría…
Tus palizas han
borrado casi por completo los días en los que me hacías feliz. Son tan escasos
los resquicios por los que se cuelan nuestras carcajadas de ayer o nuestras
miradas de sincero deseo. A veces, sin embargo, me sorprendo viendo aquel ramo
de flores que tú mismo recogiste una mañana de 1984, y que al despertar
contemplé ensimismada reposando cuidadosamente colocado en tu lado de la cama,
aún caliente por tu reciente partida al trabajo. Era el ramo más bonito del
mundo. Sin lugar a dudas.
Su lugar lo
ocuparon las manchas de sangre. De mi sangre Manolo. Cambiaste mucho cuando
supiste que no podríamos ser padres, que tu esperma no era capaz de dar a luz
al niño que con tanto ahínco querías convertir en futbolista. Te abochornaba
pensarlo, sentías tanta vergüenza de ti mismo, tal complejo de inferioridad.
Pero a mi no me
importaba Manolo. Yo te quería. Te propuse otras opciones, podíamos seguir un
tratamiento o adoptar un niño. Pero ya no oías. Me gritabas que no querías el
hijo de otro y cada día llegabas más tarde y más borracho. Un día durante una
discusión te atreviste levantarme la mano y golpearme, luego lloraste como un
niño entre mis brazos desconsolado pidiéndome perdón. Y te perdoné. Pero los
moratones pronto poblaron el cuerpo que con tanta delicadeza y mimo acariciaste
en otro tiempo, un tiempo que hoy me parece que nunca haya existido. Son tantas
las lágrimas que he vertido sobre la almohada ante tu indiferencia Manolo.
La casa que un
día soñamos para una gran familia hoy es toda para mí. Que suerte tengo Manolo.
Cada día puedo dormir en una habitación diferente, todo un lujo. Además ahora
podré pasear por el pueblo sin oír cuchicheos y murmuraciones como “pobrecita,
mira como tiene la cara”. Los días de compasión ya son historia Manolo. Ahora
saldré a comprar el pan y no a comisaría. Ya no dirán “otra vez ella” en el
cuartelillo. Las denuncias se quedaron en doce. Ah se me olvidaba, dentro de
tres semanas tienes que declarar ante el Juzgado de Primera Instancia e
Instrucción. Si no puedes acercarte no pasa nada, imagino que allí donde estés
ya te habrán hecho pasar por un Tribunal.
Lo que son las
cosas Manolo. Yo temiendo que un día se te fuera la mano con el alcohol y me
mandaras al otro barrio, y ha sido ese mismo alcohol, el que te convertía en
una bestia salvaje e inhumana, el que hizo que hoy hace un mes tu coche se
saliera de la carretera contigo dentro.
Hace ya mucho
tiempo que no te quiero Manolo. Lo sabías bien y por eso amenazabas con matarme
cuando te hablaba de separarnos. Hace mucho que habíamos dejado de ser lo que
un día soñamos. Me hiciste sufrir tanto…
Hoy enciendo la
televisión y siento dentro de mí una punzada extraña, la seguridad de que podía
haber sido una de las tantas mujeres que llenan la sección de sucesos cada día,
una de las que durante unas horas son recordadas en manifestaciones y por las
muestras de indignación de unos cuantos vecinos y familiares para después
sumergirse en la oscuridad de las profundidades. En las frías fosas de un
olvido. Por suerte, las circunstancias me han dejado seguir siendo Dolores
Márquez y no un número más en esa macabra lista que cada día enumeran los
medios de comunicación.
Con esta carta,
que más tarde depositaré junto a tu lápida, sólo quería despedirme de ti.
Soltar lo que tanto tiempo he guardado dentro. No sé si algún día volveré a ser
feliz. No sé si confiaré en algún hombre de nuevo. Ya no tengo fuerzas, pero no
soy de las que se rinden fácilmente. Aunque me odie a mi misma por sentirme
aliviada por tu ausencia, irrevocablemente eterna, me tranquiliza saber que la
orden de alejamiento que te ha impuesto este juez sí tengo la certeza de que la
cumplirás. Ojala nunca me hubieras hecho capaz de pronunciar esta frase. Ojala
no me hubieras convertido en alguien capaz de odiar.
(51 mujeres fueron asesinadas por sus parejas en los primeros 6 meses de 2011 en España. Centenares lo han sido en lo que llevamos de siglo. Miles en todo el mundo. Sufren en silencio y deben saberlo. No estáis solas).
grandísimo el post, don Alvaro. Grandísimo. Un abrazo desde Mexico, amigo.(y no tardes tanto en compartir tus escritos!!)
ResponderEliminarSólo tu eres capaz de escribir esto... sólo tú, y no es canción!
ResponderEliminarGenial Álvaro, esa frase final está del otro mundo. Y Manu tiene razón, no tardes tanto hombre. UN abrazo parcero. Los alivios que da la muerte, a veces se puede observar de esa manera a la calaca. Perdón, je, ya estamos en día de muertos acá en México.
ResponderEliminar¡Qué entrada! Bien a flor de piel o a tinta y fuego como dices tu.
ResponderEliminar¡Muy buena entrada! Todo el tiempo sólo podía sentir un nudo en el estómago
ResponderEliminarGracias por compartirlo Álvaro. Se siente y se vive esta escena de forma intensa...y sí, te deja mucho para analizar sobre la situación que miles de mujeres viven a diario alrededor del mundo. Está en cada uno de nosotros cambiar estas actitudes en los núcleos familiares.
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